Hoy casi al finalizar la mañana has llamado a la puerta y como siempre que vienes has dicho: “hola!! ¿se puede??” con esa enorme sonrisa. Sin embargo, al cerrar la puerta y entrar te has roto, has empezado a llorar de forma inconsolable y lo único que se me ha ocurrido ha sido abrazarte y decirte: “ven siéntate un rato”.
Tu eres una de esas mujeres para la que hoy se celebra un día lleno de lazos, pañuelos y camisetas rosas. Pero tú siempre has odiado eso, siempre lo has dicho. También odias que te llamen “guerrera”, “luchadora”… Hoy sólo has dicho que estás cansada, que llevas tras de ti, cinco ensayos clínicos y que revisión tras revisión últimamente solo has escuchado “este tampoco ha funcionado”. Que ya no reconoces tu cuerpo y a veces ni a ti misma.
Con el último tratamiento has perdido ese pelo rizado que hace unos meses empezaba a crecer y te lo peinabas con una diadema “porque esta largura que tiene no me da para ponerme ni horquillas”. Llevas esa peluca con una dignidad y una entereza digna de admiración. Eres una persona tan “bonita” que me ha encantado estar hoy contigo. Los 7 segundos en los que nos hemos cogido de la mano y sólo nos hemos mirado a los ojos, han dicho tantas cosas… Siempre digo que el silencio es tan elocuente… y es cierto.
Al final, antes de irte me has dicho “gracias por escucharme”… Únicamente decirte que sobre todo GRACIAS A TI.
Me has dicho que, aunque estaba lloviendo y que la ciudad se vuelve un caos cuando caen dos gotas, la lluvia te encanta…
Marisa De la Rica
Enfermera de Cuidados Paliativos. Profesora Univ. de Zaragoza
Presidenta AECPAL y Vicepresidenta de SECPAL.