Dejarse asesorar por personal médico acerca del tipo de cama apropiada para el paciente. Es de enorme ayuda contar con los medios técnicos que faciliten el descanso y el posicionamiento del paciente, mediante aspectos técnicos como elevadores, donde subir o bajar las piernas o la cabeza, o ruedas en la cama que le permitan acercar a la venta o al balcón.
Es recomendable encargar cuanto antes la cama, para que el paciente cuente con un mayor periodo de adaptación a la misma. En muchos casos el tiempo de entrega es largo por lo que hay que contar con ello.
Existen también colchones adaptados a las necesidades de un enfermo con movilidad reducida que previsiblemente va a pasar muchas horas en la misma cama y el mismo colchón sin variar la postura. Existen modelos de una espuma que facilita la adaptación corporal, algunas incluso evitan el excesivo aumento del calor corporal. Este tipo de detalles no son determinantes para un acompañamiento en fase terminal, pero facilitan en extremo tanto el estar tumbado y el bienestar del paciente.
No colocar la cama sencillamente en algún lugar si no consultar al paciente el lugar más idóneo para él. Es muy probable que esa habitación sea su última habitación por lo tanto cuidar la disposición con mimo, respeto y atendiendo a sus necesidades. Es importante que se encuentre cómodo en esa habitación y que no se sienta ni encerrado ni confrontado con algún aspecto de su pasado que no quiera recordar.
Si es posible, colocar la habitación del paciente lo más alejado de la cocina, en una fase terminal se es muy sensible a los ruidos y los olores, y los que vienen de la cocina pueden molestar al paciente en esta ultima fase. Y dado que es importante que el equipo de apoyo tenga un lugar donde reunirse, retirarse, compartir emociones, llorar, descansar, se podría usar la cocina para establecer ese lugar como espacio de común apoyo entre los allegados.