La Organización Mundial de la Salud señala que «los cuidados paliativos afirman la vida y consideran la muerte como un proceso normal, ni aceleran ni posponen la muerte, proporcionan alivio para el dolor y otros síntomas perturbadores, integra los aspectos psicológicos y espirituales del cuidado, ofrecen un sistema de apoyo para que los pacientes vivan tan activamente como sea posible hasta la muerte, ofrecen un sistema de apoyo a la familia tanto durante el proceso de enfermedad del paciente, como después de la muerte para manejar su propio duelo».
También indica que son un “enfoque que mejora la calidad de vida de pacientes y familias que se enfrentan a los problemas asociados con enfermedades de la última fase de la vida, a través de la prevención y alivio del sufrimiento por medio de la identificación temprana e impecable evaluación y tratamiento del dolor y otros problemas, físicos, psicológicos y espirituales”.
En 2011, el Instituto Catalán de Oncología proponía definir la atención paliativa como “el conjunto de medidas que debemos adoptar para responder a sus necesidades, mejorar la calidad de vida, y promover la adaptación de personas en SEAT y sus familias, con una atención integral e integrada”, incluyendo el concepto de SEAT, que hacía referencia a Situaciones de Enfermedad Avanzada y Terminal, con pronóstico limitado y deterioro progresivo, asociado a impacto físico, emocional, social, y espiritual, y que mueren a causa de la progresión de la enfermedad y/o por complicaciones concomitantes.