Si bien la muerte afecta emocionalmente a todo el entorno y cada uno tendrá que manejar y sostener sus propias y diferenciadas emociones, el protagonista principal es la persona que está en sus últimos latidos.

Por ello es fundamental estar atentos a las necesidades y requerimientos del mismo, y otorgarle su espacio como actor principal de esta obra.

Por ello, consultarle desde sus necesidades, sus expectativas, sus emociones, si quiere compartirlas hasta elementos más prácticos como: ¿qué necesitas?, temperatura de la habitación, luz, etc…

Es por ello que el principal acto a la hora de acompañar a una persona en tránsito es

Presencia

Hacer notar al paciente que si bien es un proceso por el que está pasando único y especial, diferenciado del de su entorno, está acompañado, que no está solo, que hay personas cercanas a las que le interesa su estado, su momento actual. Personas a las que puede recurrir en caso de querer transmitir, pedir alguna necesidad, tanto práctica como emocional.

con ello se activa

 

La Escucha

Sencillamente ofrecer apertura y sentido de escucha, tener un oído listo para acompañar sin juicio las emociones y necesidades que van emergiendo. Ponerse a disposición para escuchar todo lo que puede querer expresar.

No tener miedo a decir algo incorrecto

Es un momento muy intenso que es generalmente es nuevo para todos los implicados. Es normal tener ciertos reparos a la hora de expresar algo, pero es importante confiar y permitir que aquello que quiera ser dicho sea expresado. Dar cauce a lo que está queriendo expresarse, no es un proceso perfecto, es un proceso vivo, con luces y sombras.

No hay que decir siempre algo

A veces se exige mucho de uno mismo cuando se está acompañando a un ser querido, aunque lo cierto es que rebajar esa autoexigencia favorece simplificar el ambiente general y relajar tensiones. Es decir, realmente, nadie espera que los acompañantes digan algo constantemente. De hecho menos es más. Con la presencia arriba indicada se llega mucho más que con frases prefabricadas expresadas sin sentimiento.

Los momentos de silencio pueden ser tremendamente enriquecedores para todos los presentes.

Sinceridad

Cuando es elegida por el paciente, por eso remitirse a escuchar sus necesidades, tratarle como el adulto que es, aunque igualmente sirve para acompañar a niños. El paciente no solo tiene derecho a saber la verdad, si no que ello abre y permite avanzar en el proceso de mejor comunicación con todo el entorno. Además es una prueba de respeto, de hacerle ver al paciente que es considerado como un ser completo, al que no se le debe mentir acerca de la situación.

Si por el contrario, es el paciente el que decide no querer saber de su estado, no estar informado, en gran medida hay que respetarlo, pero eso es diferente al tratar de omitirle información por parte de su entorno en aras de suavizar la situación.

Evitar los juicios

Para acoger lo que está sucediendo en el proceso de partida, es de enorme ayuda tratar de evitar los juicios que con gran probabilidad vayan surgiendo. Habrá momentos más intensos, duros, de emocionalidad alta, otros más prácticos y funcionales, y en todos es importante mantener un cierto grado de ecuanimidad, de dejar de etiquetar la situación o el acto en concreto como algo “bueno” o “malo”. Ello permite tomar cierta distancia, observar la situación con más claridad y benevolencia, y encontrar con más facilidad los siguientes pasos a recorrer, actuaciones a realizar.

Evitar las frases hechas

Existen un sinfín de expresiones construidas que tratan de aportar algo de explicación a un proceso que en cierta medida carece de ella. Por lo tanto frases muy manoseadas y expresadas lejos del sentimiento sincero, pueden crear cierta distancia entre el paciente y su entorno, además de un escenario irreal o incluso falso. Es por ello que la premisa, ante la duda de emitir una frase excesivamente tipificada, es activar los pasos previamente mencionados, tales como que no siempre hay que decir algo y sinceridad.

No tratar de arreglar la situación

La palabra paliativo tiene su origen en paliar, que viene a decir algo similar a suavizar, hacer más amable una situación espinosa. Paliar no es lo mismo que arreglar. No se espera del acompañante que arregle nada, ni que haga pasos para mejorar o incluso sanar la situación del paciente. Sencillamente se le invita a, dentro de lo posible, paliar, hacer más suave una situación punzante. Esto relaja mucho a todas las partes.

También existe una tendencia a querer arreglar en esos días todo lo no solucionado en el pasado, temas por expresar, pendiente, rencores, perdones, etc.  En estos casos conviene recordar la premisa de que “la estrella principal” es el paciente, y que estos repasos del pasado solo son aconsejables si él mismo lo requiere o está abierto a ello.

De lo contrario es conveniente y maduro, gestionarse uno mismo esas emociones y volcar en la cama del paciente, probablemente cansado y con otras preocupaciones, las necesidades propias de limpiar el pasado. En muchas ocasiones un buen término medio es expresarle sencillamente un “gracias”.

Regular el contacto físico

Aunque en muchos casos los pacientes se abren de forma hasta entonces inusitada en su vida, al contacto físico, es importante medir si es deseado o no por el paciente. Algunos buscan la caricia, el tomar la mano, etc., otros sin embargo lo rechazan de plano. Es importante no forzar nada, uniendo lo mencionado anteriormente, observar las propias necesidades de los acompañantes y ponerlas en un segundo plano, para priorizar a las del paciente, y tener la presencia y escucha activados para saber y sentir qué es conveniente en cada momento. En el probable caso de querer el acompañante un abrazo o cercanía física del paciente que puede no producirse, es una buena alternativa buscarse a alguien de su entorno con el que dar cauce a esa necesidad.

No cambiar el tema

Prácticamente independiente de la edad del paciente, éste sabe que se encuentra en una situación extrema, por lo tanto no es conveniente ni engañar, sinceridad, ni cambiar constantemente el tema. No evitándolo va a mejorar la situación y si el paciente quiere hablar de ello, es importante no buscar desviaderos de la conversación para salir del paso. Poner nombre a las cosas que están sucediendo, no evitar las conversaciones al respecto colabora a tener una visión más clara de todo el contexto, lo cual permite la entrada de aire fresco a la situación.

No forzar

El proceso al final de la vida tiene unos tiempos que nadie sabe ni puede predecir con certeza, en ocasiones es demasiado corto y en otras se estira hasta el agotamiento de gran parte de los implicados, en horas de descanso, de permiso de días libres en el trabajo, y de otros muchos aspectos del abanico emocional por el que están atravesando todos los implicados. Es importante aquí respetar y aceptar los tiempos que la propia situación o enfermedad vaya requiriendo, sin forzar nada. Es un viaje emocional que lleva su propio ritmo, por lo que es importante escuchar y respetar las velocidades que el propio viaje va recorriendo. En caso de que el proceso requiera de cierto tiempo, que es lo habitual, es fundamental mantener cierto grado de normalidad dentro de la excepcionalidad de la situación, con atención a mantener horas de descanso, de sueño, de actividades externas habituales y normalizadoras, las cuales invitan a integrar el proceso de pérdida o muerte al proceso de vida.

¡Comparte este Post!

¡No te lo pierdas!