Como hablar con los niños sobre el duelo y la muerte
Existen muchas y diversas formas de hablar con los niños acerca de la muerte de manera que puede ser de gran ayuda para todo el entorno.
El uso de imágenes, metáforas y cuentos sirve de gran ayuda para entender el funcionamiento y las diferencias entre cuerpo y alma, entre vida, muerte, comienzo y despedida.
Es importante dedicar tiempo a la preparación de la conversación, pero aplazar mucho la misma, dado que el niño se suele dar cuenta de que estamos tratando de material sensible, y el hecho de ver a los adultos que lo encaran sin esquivar, sin evitar, sin alargar ayuda a normalizar la situación.
No establecer la charla entre otras citas de agenda, darle importancia en el espacio, en el tiempo y en la agenda.
Buscar palabras sencillas, claras, concisas, que sean adecuadas al propio lenguaje del adulto, pero comprensibles para el niño, y que tengan coherencia con la realidad, con la situación tal como es, sin expresar temáticas basadas en el engaño.
El engaño, contar algo que no es, tal como ha salido de viaje, etc… puede tener cierto efecto paliativo del dolor a plazo inmediato, pero aparte de no sostenerse en el transcurso del tiempo, dado que el niño va viendo que el ser querido no vuelve del viaje, puede llegar a sentirse engañado y no respetado con un planteamiento que sea mentira.
Se puede comenzar la conversación con los puntos clave, con el eje central, que es la pérdida de la persona, y luego ir al detalle, los matices, las emociones asociadas, lo que implica, etc.. Así es más fácil que el niño se pueda hacer una idea de que lo que está sucediendo no es algo que hay que esconder ni avergonzarse. Cuando el adulto da muchas vueltas al tema para al final compartir el hecho duro de la muerte del ser querido, el niño ve que es algo extraño, antinatural. Por lo tanto, hacer todo lo posible por mantener una actitud de normalidad, de aceptación de la situación.
SI el niño tiene preguntas que el adulto sepa responder, no taparlas, no soslayarlas, los niños se acercan con mucha dosis de realidad al tema de la muerte y tienen preguntas muy interesantes a las cuales contestar pudiera aportar claridad y lucidez tanto al niño como a los adultos.
A su vez, aceptar que el adulto no siempre pueda tener la respuesta a toda cuestión que el niño plantee. Aceptar el propio desconocimiento de algunas situaciones a la hora de explicar y responder las dudas que pudiera tener el niño. No pasa nada por no tener respuesta a todo.
Respetar los tiempos del niño, aunque ello implique diferenciación con el ritmo natural que el adulto espera.