Dejarse asesorar por el personal sanitario autorizado para no tener miedo o sensación de hacer algo equivocado.
Si quien va a acompañar al paciente no es un familiar muy allegado y desconoce parte de la historia o biografía del paciente, informarse lo más detalladamente posible sobre su historia, su situación, su estado familiar. Un paciente terminal agradece mucho que alguien relativamente desconocido que le va a acompañar en momentos tan determinantes, se interese por saber cuantos hijos tiene y los nombres, su profesión, a qué ha dedicado su vida, etc.. Todo esto de forma sutil y sin caer en el modo de interrogatorio, que puede agotar al paciente.
Colocar en la entrada de la habitación o en una habitación accesible a todos un cartel con toda la información fundamental, con letra clara y leíble, como los teléfonos del personal médico, enfermeras, ambulancias, el hospital más cercano, familiares cercanos implicados y demás servicios asociados a la situación del paciente. Dejar un lápiz cerca, para futuras ampliaciones del espectro informativo.
Dejar cerca un libro de firmas donde cada uno pueda expresar algo reseñable del momento presente por el que se encuentra la situación con el enfermo terminal. Este libro, que puede ser estéticamente un bello cuaderno tipo diario, servirá no solo para expresar sus inquietudes al equipo que acompañe al paciente, si no como diario o agenda evolutiva de la situación, para saber qué es lo que ha sucedido hasta ahora en días pasados para quien viene por primera vez, y también como recuerdo de ese intenso tiempo de acompañamiento una vez finalizado el proceso.