En ella nos comparte la importancia de saber que son los niños los que nos guían en el proceso de acompañar; de la necesidad de trabajar la propia vulnerabilidad y la propia finitud para poder acompañar de forma adecuada; y de la relevancia de tener un corazón abierto, amoroso y compasivo para poder ESTAR y reducir el sufrimiento en quien acompañamos.